Al margen del conocimiento que generan las terapias con enfoque psiquiátrico, psicológico, psicoanalítico, psicosocial, artístico, entre otros; existen los aprendizajes originados en la experiencia propia de quienes han atravesado por crisis de salud mental, tales como la depresión, la ansiedad, la obsesión, la euforia, la psicosis, la manía y muchos más. Estos, sin reconocidos como científicos, han demostrado ser convenientes como parte del tratamiento que ayude a restablecer el bienestar perdido.

    Son reflexiones desde el alma de quienes han sufrido las crisis, tanto de quien las vive como de quien le acompaña o cuida. Las crisis de salud conducen a las personas y a su entorno amoroso a situaciones que irrumpen en la concepción de la vida, exponiéndolas a ser testigos de realidades, tan inusuales, que propician la generación de nuevas ideas y acciones desde la intuición y la creatividad propios de quien está determinado a aprender en medio de la adversidad.

    Son esas ideas y acciones combinadas con las de otras personas en una situación similar, las que generan el aprendizaje y las enseñanzas que contribuyen al bienestar, convirtiéndose en una forma de psicoeducación construida en comunidad.

    La psicoeducación basada en la comunidad es una conversación sobre la vida misma y no sobre la enfermedad; pues sabemos que detrás de una situación adversa de salud mental esperan oportunidades de bienestar. Y en los grupos de psicoeducación (GPS) es posible reunir ese conocimiento para transformarlo en acción.

    La psicoeducación basada en la comunidad puede jugar un papel preponderante en la rehabilitación de personas diagnosticadas con discapacidad mental psicosocial.